jueves, 28 de enero de 2010

Localismos

A menudo en la gestión del patrimonio, sea natural, etnográfico, cultural...se confunde la importancia global con la sentimental o la local.

Cada uno, evidentemente, defiende lo que mejor conoce y lo considera lo mejor, lo principal, aquello que jamás debe perderse.

Normalmente es necesario establecer un criterio independiente que ponga las cosas en su sitio, alguien que nos recuerde que aunque el dibujo que me hizo mi niño a los tres años tiene una indudable carga emocional, objetivamente primero habría que proteger un Goya.


En la protección del patrimonio natural o etnográfico o cultural en Asturias, ocurre además que se añade la carga de: como es mío lo protejo yo si quiero y si no lo destruyo. Esta situación es curiosamente popular entre nuestros políticos locales, y nuestros alcaldes o alcaldillos suelen entender que el patrimonio de su pueblo es un cortijo en el que pueden hacer y deshacer a su antojo y además influir en ámbitos de mayor entidad, es decir en las decisiones de sus partidos a nivel autonómico.

Y éstos, se dejan.

Hórreos en Moal. Cangas del Narcea.
Como resultado por cuestiones personales o locales, por situaciones de amiguismo o de enfrentamiento, por mantener el "control" de ese ámbito local la gestión de un patrimonio que les excede en su valor pasa a ser moneda de cambio político local.


Puede consultarse este caso para el nombramiento de alguno de los directores de Parques Naturles en Asturias como el último en Somiedo o la destitución (vergonzosa como mínimo en las formas) de Pepe el Ferreiru como director del Museo Etnográfico de Grandas de Salime.


Mientras dependamos de caprichos personales por encima del valor general de aquello que queremos conservar, anulando o apartando a aquellos que conocen, defienden y trabajan con pasión, no exenta de seriedad, formación y criterio, el patrimonio natural, etnográfico, cultural de Asturias, su conservación será imposible.


Haxa salú.

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