Septiembre es un buen mes en general para disfrutar de la naturaleza, berrea, frutos, setas y el paso postnupcial de aves, especialmente en la costa, hace que se pueda disfrutar casi cada día.
Aprovechando el sol y la marea alta que acerca a los limícolas a la orilla ayer fui a Zeluán. Y como de costumbre no defrauda: cormoranes, gaviotas, garzas y limícolas compartían el poco espacio de playa y pedrero que dejaba la marea alta.
De los pequeños limícolas comunes que pudimos observar eran especialmente abundantes los chorlitejos grandes y los correlimos comunes, pero también había un grupo de unos ocho inquietos correlimos tridáctilos cerca de la playa de L'Arañón.
Es una lástima que Zeluán sea el hazmerreir de los espacios naturales protegidos de Asturias. El dragado de la ría se lleva la arena y de los últimos retazos de vegetación de marisma ya no queda ni las Salicornias, ni las Sarcocornias, ni por supuesto ninguna de las especies protegidas por la legislación asturiana qu se supone debían aparecer. Se desarrollan con alegría los plumeros de las pampas, las yucas, las uñas de gato, y otras varias especies invasoras. La gente hace footing con sus perros por la playa espantando las limícolas que hay descansando, los pescadores también las espantan y los barcos pesqueros entran en la ría a velocidades muy superiores a los tres nudos que se supone de velocidad máxima con lo que las olas que provocan continúan con el inacabable problema de la erosión de los restos de dunas. Y eso sin hablar de basuras y contaminaciones por aceites y galipotas.
Y con todo siguen llegando limícolas.
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