A pesar de que el invierno dista mucho de haber terminado, estos días, tras una nevada rápida, ha subido tanto la temperatura que parece primavera.
Eso ha debido parecerles a los narcisos (Narcissus asturiensis) que se abren por doquier en cada resquicio de pradera que la nieve deja al descubierto en la zona de San Lorenzo o el puerto Ventana.
Las Narcissus asturiensis son plantas curiosas. A pesar de su nombre abarcan buena parte del noroeste de la Península Ibérica y no es nada escasa, al menos en Asturias, aunque está incluida en el Catálogo de Flora Amenazada de Asturias como "de Interés Especial" (otras muchas especies deberían estar en ese catálogo, pero los políticos son lentos y no entienden de nada que salga de sus cubículos con lo que estos listados son bastante lentos y llegan a ser obsoletos con demasiada facilidad)
Disquisiciones sin salida aparte, lo interesante de esta floración temprana (llegan a florecer en diciembre) es el hecho del riesgo calculado. En realidad una manifestación más del mecanismo darwinista de la evolución.
Algunos individuos florecen muy pronto; si todo va bien y el buen tiempo acompaña será los únicos que reclamen la atención de los escasos pero muy activos polinizadores del momento que necesitan como sea alimento. Si no va bien...bueno los individuos mueren, pero la especie sigue adelante, porque muchos individuos florecerán en otros momentos, hasta mayo.
Si esta estrategia tiene éxito seguirán apareciendo narcisos tempraneros, si no lo tiene, gradualmente se iría desplazando la floración hacia meses más tardíos.
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