Como el domingo aseguraban buen tiempo se pudo hacer una pequeña excursión por los alrededores del lago L'Ercina. Un pequeño paseo para comenzar la temporada de monteo (a ver si se logra).
Subimos a los Lagos suponiendo que no habría nieve, y acertamos. Todo estaba pardo, ocre, hasta el lago L'Ercina estaba turbio, excepto el cielo azul y el Cornión que resplandecía totalmente redondeado por la nieve en altura.
Nos fuimos por el camino de Vega de Ario (ya le tenemos ganas a Vega de Ario, pero para los enanos vamos a esperar a que tengamos más luz y menos nieve) pasando por varias majadas; algunas en buen estado, otras con las cabañas totalmente caídas. La vuelta es por la majada de .... y después por la majada Belbín hasta, siguiendo por la pista, asomar de nuevo al Ercina.
Majada Las Bobias |
Restos de cabaña en Las Bobias |
La Redondiella |
El acceso por pista a Belbín condiciona que sea la más cuidada, con paneles solares, tejados renovados y actividad evidente (aparte del empujón que supone la fama del quesu Gamonéu). El resto pues está variable: unas están ya perdidas, y otras están bastante bien.
Vista de la Majada de Belbín en medio de una pradera preciosa |
Otra vista de Belbín bajo el Cuetu Llobu |
En cualquier caso es una interesante muestra de uso del territorio y modificación del mismo: la enorme carga ganadera que soporta la zona modifica las condiciones de la cubierta vegetal, los hayedos son escasos, relictos, aunque dada su disposición en el paisaje, eran la cubierta dominante hasta hace algunos cientos de años (tampoco muchos por la probable edad de los árboles que quedan).
La escondida (a plena vista) fuente La Canaleta |
Los matorrales actúan como sucesión vegetal previa al desarrollo del bosque, entre otras cosas porque los árboles jóvenes aprovechan la cobertura de las especies de matorral para protegerse de los herbívoros, para aprovechar la mayor humedad y la sombra, etc.
Así que si se queman los matorrales y se ramonean los brotes pues dejará de haber bosque, que es lo que está ocurriendo y que deja paso a un paisaje monótono de roquedo desnudo y praderas ralas.
Aún no habían salido más que algunos Narcissus asturiensis bastante valientes (y escasos), apenas se dejaban ver las fochas del lago, y en pleno febrero no había ni rastro ni de ganado, ni de brotes, pero la abundancia de turistas y un tímido sol que casi no podía calentar, pero que ya nos da media hora más de luz parecían presagiar una primavera a la que aún le deben quedar bastantes nevadas para que lleguemos a disfrutarla.
Las quemas de matorral para liberar pastos no deberían ser la única solución. Abajo, casi en sombras, La Güelga. |
Aún no habían salido más que algunos Narcissus asturiensis bastante valientes (y escasos), apenas se dejaban ver las fochas del lago, y en pleno febrero no había ni rastro ni de ganado, ni de brotes, pero la abundancia de turistas y un tímido sol que casi no podía calentar, pero que ya nos da media hora más de luz parecían presagiar una primavera a la que aún le deben quedar bastantes nevadas para que lleguemos a disfrutarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario