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martes, 30 de octubre de 2012

Tiempo de arañas

Araneus diadematus, la araña cruz o araña de jardín, está estos días en su máximo de tamaño y abundancia, al menos de hembras. Las hembras, que son más de el doble en tamaño que los machos, apuran los últimos días con insectos para aportar el máximo de nutrientes a los huevos que dilatan su abdomen y está a punto de envolver en un capullo de seda en el que pasarán el invierno.
Son ahora más evidentes que nunca, destacan en el centro de su tela, esperando. Son ágiles en su tela. Pican  a la presa, paralizándola, pero suelen envolverla y dejarla para otro momento en que inyectarán sus jugos gástricos, y aprovechando el esqueleto externo de los artrópodos, la disolverán por dentro para después absorberla. No hay mandíbulas, sólo quelíceros.


Detalles del abdomen con las marcas blancas características de la especie 
Dentro de poco, después de proteger la puesta, cuando la seda esté integrada en su entorno y apenas se diferencie entre las hierbas secas o las ramitas, morirá. Hoy por hoy, a pesar de las temperaturas bajas de los últimos días, apuran sus opciones y cazan.

La caza. En este caso un díptero que parece semejante al género Tipula.
Reconstruyendo la tela tras los destrozos de la caza

domingo, 23 de octubre de 2011

Entrenamiento arácnido



En estos días soleados de este extraño y caluroso otoño, he podido observar algunos comportamientos un tanto extraños para la época del año. He visto prímulas floreciendo, petirrojos persiguiendo hembras y una cópula (o intento) de ánade real en el río Raíces. Pero el otro día me entretuve un rato observando el comportamiento de unas arañas diminutas en las que algunos machos buscaban cautelosamente a las dos o tres hembras que había entre unos juncos, en una zona encharcada junto a una pista forestal en Llaviana.



Las hembras eran considerablemente más voluminosas que los machos, no mucho más pequeños en longitud, pero evidentemente sí en el resto de parámetros.



Tal vez por ello los machos tenían mucha precaución al acercarse a las hembras, tanteaban el terreno y desde una distania prudencial hacían vibrar la tela donde estaba la araña con unos movimientos muy definidos que atraían la atención de la hembra, pero que no desencadenaban ataques.



Probablemente los movimientos que realizaba el macho tenían un ritmo o una cadencia especiales, muy diferentes de las vibraciones espasmódicas e irregulares que producen las presas al quedar atrapadas en la tela.



Un macho intentó acercarse a una hembra a la que estaba cortejando otro desde hacía un rato, así que fue rápidamente expulsado de la tela.

Pero no se fue muy lejos. Se puso a un lado de la tela, sobre otro junco, y comenzó a exhibirse frente a una mosca que estaba allí posada.




Levantaba el primer par de patas, hacía estiramientos rítmicamente, e incluso hacía vibrar, también con ritmo algunos hilos de tela que tenía cerca.

La mosca no parecía muy impresionada, así que se acabó marchando.




El macho después de haber entrenado, comenzó a acercarse de nuevo a la tela de la hembra donde el otro macho seguía intentando un acercamiento.

Tanteó el terreno y empezó a exhibirse. Algo hizo mal, porque la hembra se lanzó como una flecha contra él. Por suerte, el galán fue rápido y se dejó caer descolgándose por un hilo de seda.


Luego se fue hacia otro lugar más alejado.

Supongo que a entrenar más.

domingo, 25 de septiembre de 2011

La muerte y la doncella


Con un macro en la cámara el mundo cambia radicalmente. La escala de tamaño cambia, pero la escala temporal también. Las cosas pasan tremendamente rápido, en menos de un segundo la araña pasó de estar esperando, inmóvil, al acecho, a cazar una mosca que se posó a su lado.



La araña es un tomísido un grupo llamado vulgarmente arañas cangrejo, que no cazan con telas si no al acecho. Probablemente sea una hembra de la especie Misumena vatia. En este caso su color blanco no resultaba útil como camuflaje porque estaba sobre una hoja, pero su inmovilidad sí.




Ya es extraño verlas a mediados de septiembre, pero se ve que estos días de calor atrasado han permitido alguna excepción a la norma.


Esta vez la muerte estaba radiante de color blanco y la doncella (creo que un sírfido) no tuvo opciones a lucirse ni a tratar de escapar.
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