La muerte a tiros de una osa en Quirós, en una zona de expansión osera en los últimos años, nos da una bofetada de realidad que contrasta con el discurso triunfalista que se ha venido amplificando desde la administración y algunas empresas, respecto al crecimiento de la población de osos en la Cordillera Cantábrica.
Es cierto dicho crecimiento, es cierta la expansión de la especie que ha recolonizado antiguas localizaciones, es cierto que ha aumentado el número de hembras con crías y que se realizan avistamientos de animales divagantes en localidades largamente abandonadas por el oso.
Pero las fotos y vídeos por internet, las constantes noticias en prensa indicando dónde y cuando ver osos, las empresas ofertando avistamientos, los alcaldes llamando a rebato para aprovechar o "poner en valor" un "recurso para el turismo", las polémicas interesadas sobre actividades que se prohíben o limitan por afectar al hábitat del oso o las molestias a la especie con turistas, actividades deportivas, quads, protectores bienintencionados y (a la vista está) delincuentes varios con lazos, venenos, escopetas, etc. son, de hecho, solo parte de un problema de bastante más calado.
La recuperación actual de una especie como el oso, es un mero espejismo si no se atajan de raíz varios de las múltiples circunstancias que pueden llevarnos en un momento al punto de partida.
Por un lado está el número de osos y sus características reproductivas, en las que ni todas las osas de la población se reproducen todos los años, ni el éxito reproductivo está asegurado por el hecho de nacer las crías: multitud de factores que van desde molestias humanas a dificultades ambientales o las propias interacciones de la especie pueden acabar con un número de individuos que se incorporen de adultos a la población, sensiblemente inferior al número de esbardos nacidos.
Por otro las constantes agresiones que se dan o se plantean en un hábitat tan frágil como la Cordillera: explotaciones mineras, embalses, infraestructuras eléctricas, presión turística, estaciones de esquí, modalidades de caza, pistas forestales, incendios.... y estas solo de origen antrópico.
Y después la situación y educación social.
No creo que nadie sea tan ingenuo de pensar que tras siglos de persecución, de tratar a osos (y lobos, y rapaces y mustélidos, etc) como alimañas, de repente en solo veinte años la sociedad, especialmente la rural, olvidaría y modificaría por completo su forma de pensamiento.
Es cierto que el oso ha pasado a ser una especie de emblema de conservación para muchos pueblos y comarcas de Asturies, pero también es cierto que en un contexto en el que de repente parece que hay demasiados osos, la reacción inmediata es la de flexibilizar la condena social a la especie.
Situaciones esperpénticas como la discusión en prensa sobre las carreras en Somiedo, llevaron de golpe a una contestación de parte del concejo, que entendieron al oso como causa del problema y limitador de sus derechos.
Conversaciones varias en las que ya se pontifica que hay bastantes osos, combinados con lo anterior, dan lugar a una relajación y una cierta permisividad o comprensión hacia situaciones como la de Quirós.
Puede haber sido un accidente, un individuo aislado, una explicación cualquiera. Lo que es evidente es que es un aldabonazo para no bajar la guardia. Ni el oso está salvado, ni es tanta la bondad de quienes le rodean. Sigue siendo una especie en peligro de extinción y los culpables de la muerte de la osa de Quirós deben ser detenidos y juzgados, esperemos que cumpliendo los plazos.
Pero el oso ha sido, y esperemos que siga siendo, el emblema de que otra relación con la naturaleza que nos rodea es posible y que podemos encontrar sitio para la supervivencia del oso y de toda la Cordillera. No podemos permitir que esto se pierda, que este caso de furtivismo quede impune y retrocedamos decenios en la conciencia social sobre el valor de la conservación.
Pero el oso ha sido, y esperemos que siga siendo, el emblema de que otra relación con la naturaleza que nos rodea es posible y que podemos encontrar sitio para la supervivencia del oso y de toda la Cordillera. No podemos permitir que esto se pierda, que este caso de furtivismo quede impune y retrocedamos decenios en la conciencia social sobre el valor de la conservación.
Por cierto. Ya estamos (según algunos) cerca de la frontera marcada hace años de capacidad de carga de osos de la Cordillera con la calidad de hábitat actual. Unos trescientos.
¿Será esta la forma "tradicional" de control de la población?
No hay comentarios:
Publicar un comentario