Nunca fui un gran montañero. Nunca le dediqué el tiempo necesario, ni el esfuerzo. Ni hace años cuando podía físicamente y sin ataduras, ni ahora que ya tengo tantos tiempos tan repartidos, que ya no es mio.
Pero sigo mirando con deseo las montañas. Sigo sintiéndolas mías. Y sigo soñando con subirlas.
Así que para quitarme el ansia alguna vez me escapo, subo un monte, salto a un risco... y el resto del tiempo hago excursiones familiares y trato de acercarme aunque no llegue.
Nunca subí al Urriellu. Tres veces fui a tocarlo, como quien se acerca a un árbol a acariciar su corteza. Pero ya hace mucho de eso y ahora me tengo que conformar con fotografiarlo de lejos.
El Picu desde Camarmeña, primer mirador dominguero. |
El segundo mirador desde Carreña de Cabrales. |
Pero... volveré.
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