Hace apenas unos días apareció un informe (Planeta Vivo) de WWF en el que se afirma que en los últimos 40 años han desaparecido el 52% de los vertebrados del planeta.
(http://www.wwf.es/?30880/Segn-WWF-las-poblaciones-de-especies-han-descendido-un-52-en-las-ltimas-cuatro-dcadas)
Prácticamente la totalidad de los medios de comunicación más importantes se hacen eco precisamente de esta situación y afrontan la noticia desde el punto de vista de la pérdida de biodiversidad.
Hace años que se considera la pérdida de la biodiversidad, como una de las consecuencias más nefastas de los procesos de desarrollo humano descontrolados.
Sin abundar en algo de sobra conocido, la biodiversidad es lo contrario a las habituales actuaciones humanas. Los humanos tendemos a la uniformidad y al control (un maizal, un eucaliptal, un jardín una granja, nuestras propia casa y ciudades son en realidad desiertos de vida, donde las redes ecológicas están simplificadas hasta apenas líneas discontinuas.
La biodiversidad a todos los niveles, la variedad de ecosistemas, de especies, de individuos, es la verdadera riqueza del planeta a gran escala y de cada uno de los diferentes sistemas que lo componen.
Este mismo concepto puede aplicarse a la diversidad geológica, a la paisajística, a la cultural, etc.
La mayor parte de las Directivas europeas relacionadas con el medio ambiente, buscan aumentar la diversidad y riqueza de los ecosistemas europeos, tradicionalmente esquilmados y reducidos a grandes haciendas agrícolas.
Prácticamente todas hacen referencia a la conservación de la diversidad.
Asturias es a todos los efectos un buen espacio para la diversidad. Encontrarse en la frontera entre los grandes biomas atlántico y mediterráneo, contribuye a ello. Su orografía con grandes diferencias latitudinales en poco espacio, también. La historia climática, los brees episodios de transgresiones marinas, las últimas glaciaciones, han aumentado la variedad de especies que encuentran en Asturias un hábitat favorable.
Pero Asturias siendo diversa, no es, o era, un lugar con muchos endemismos, es decir especies propias y únicas en el conjunto de especies del planeta. Si de especies singulares que encontraron refugio tras la época glaciar en las montañas y continuaron entre nosotros como parte de ese pasado reciente, pero no había muchos endemismos.
El más característico de ellos quizá haya sido la Centaurium somedanum, que se convirtió en ejemplo de especie propia de un lugar como Somiedo. Luego ha resultado no ser así, si no que la podemos encontrar, en pequeño número en otros lugares relativamente cercanos como Teverga, o en la Babia leonesa. Pero el nombre y la fama la hacen "propia" de Somiedo.
Y ahora que resulta que en Somiedo, no hay una si no varias especies endémicas, incluso a nivel de género y ya no solo de especie, de pronto, tal vez porque no llevan el apellido somedanum, o más probablemente porque para quienes tanto proclaman su compromiso con la conservación, la conservación ha dejado de ser una prioridad y se demuestra que no ha sido más que el medio para alcanzar proyectos desarrollistas y economistas, ahora insisto, ser endémico, ser único, aumentar exponencialmente la importancia biológica de Somiedo y de Asturias, descubrir espacios únicos de biodiversidad.... ya no importa.
Ahora para poder viviendo la quimera del oro (o del oso), para poder seguir exprimiendo los valores del Parque hasta hacerlos irreconocibles, ahora ya vale todo. Ya no importa la Centaurea que abanderaba Somiedo y puede eliminarse de un plumazo el 10% de su población mundial (10% del total de la especie), pueden eliminarse hábitats de interés comunitario sin tener en cuenta las nuevas especies de plantas y moluscos descubiertas, pueden destruirse formaciones geológicas de increíble valor... y todo ello sin mostrar el más mínimo rubor.
El proyecto de ampliación de la carretera de Aguasmestas a la Pola, prevé la destrucción total o parcial de hábitats únicos, aún poco estudiados y donde habitan además de la centáurea de Somiedo (Centaurium somedanum), endémica de la zona y de algunos territorios limítrofes, han sido descritas recientemente otras especies como el hinojo de roca (Rivasmartinezia vazquezii), que no sólo es una especie nueva, sin también un género nuevo para la ciencia, y la campánula de María Ceballos (Campanula mariae- ceballosiae). También en el desfiladero de La Malva, habita un caracolillo de agua dulce (Alzoniella somiedoensis) endémico, descrito por primera vez para la ciencia en 2009 (Rolán, Arconada & Boeters, 2009). Hasta el momento esta especie se conoce únicamente en este desfiladero. Esta especie sí lleva el apellido somiedoensis, pero parece que o es demasiado pequeño o ya están hartos de tanta especie nueva que les fastidie los planes.
Y es que está claro, la biodiversidad es un valor, pero solo mientras me sea posible sacarle un beneficio económico inmediato
Hace años que se considera la pérdida de la biodiversidad, como una de las consecuencias más nefastas de los procesos de desarrollo humano descontrolados.
Sin abundar en algo de sobra conocido, la biodiversidad es lo contrario a las habituales actuaciones humanas. Los humanos tendemos a la uniformidad y al control (un maizal, un eucaliptal, un jardín una granja, nuestras propia casa y ciudades son en realidad desiertos de vida, donde las redes ecológicas están simplificadas hasta apenas líneas discontinuas.
La biodiversidad a todos los niveles, la variedad de ecosistemas, de especies, de individuos, es la verdadera riqueza del planeta a gran escala y de cada uno de los diferentes sistemas que lo componen.
Este mismo concepto puede aplicarse a la diversidad geológica, a la paisajística, a la cultural, etc.
La mayor parte de las Directivas europeas relacionadas con el medio ambiente, buscan aumentar la diversidad y riqueza de los ecosistemas europeos, tradicionalmente esquilmados y reducidos a grandes haciendas agrícolas.
Prácticamente todas hacen referencia a la conservación de la diversidad.
Asturias es a todos los efectos un buen espacio para la diversidad. Encontrarse en la frontera entre los grandes biomas atlántico y mediterráneo, contribuye a ello. Su orografía con grandes diferencias latitudinales en poco espacio, también. La historia climática, los brees episodios de transgresiones marinas, las últimas glaciaciones, han aumentado la variedad de especies que encuentran en Asturias un hábitat favorable.
Pero Asturias siendo diversa, no es, o era, un lugar con muchos endemismos, es decir especies propias y únicas en el conjunto de especies del planeta. Si de especies singulares que encontraron refugio tras la época glaciar en las montañas y continuaron entre nosotros como parte de ese pasado reciente, pero no había muchos endemismos.
El más característico de ellos quizá haya sido la Centaurium somedanum, que se convirtió en ejemplo de especie propia de un lugar como Somiedo. Luego ha resultado no ser así, si no que la podemos encontrar, en pequeño número en otros lugares relativamente cercanos como Teverga, o en la Babia leonesa. Pero el nombre y la fama la hacen "propia" de Somiedo.
Y ahora que resulta que en Somiedo, no hay una si no varias especies endémicas, incluso a nivel de género y ya no solo de especie, de pronto, tal vez porque no llevan el apellido somedanum, o más probablemente porque para quienes tanto proclaman su compromiso con la conservación, la conservación ha dejado de ser una prioridad y se demuestra que no ha sido más que el medio para alcanzar proyectos desarrollistas y economistas, ahora insisto, ser endémico, ser único, aumentar exponencialmente la importancia biológica de Somiedo y de Asturias, descubrir espacios únicos de biodiversidad.... ya no importa.
Ahora para poder viviendo la quimera del oro (o del oso), para poder seguir exprimiendo los valores del Parque hasta hacerlos irreconocibles, ahora ya vale todo. Ya no importa la Centaurea que abanderaba Somiedo y puede eliminarse de un plumazo el 10% de su población mundial (10% del total de la especie), pueden eliminarse hábitats de interés comunitario sin tener en cuenta las nuevas especies de plantas y moluscos descubiertas, pueden destruirse formaciones geológicas de increíble valor... y todo ello sin mostrar el más mínimo rubor.
El proyecto de ampliación de la carretera de Aguasmestas a la Pola, prevé la destrucción total o parcial de hábitats únicos, aún poco estudiados y donde habitan además de la centáurea de Somiedo (Centaurium somedanum), endémica de la zona y de algunos territorios limítrofes, han sido descritas recientemente otras especies como el hinojo de roca (Rivasmartinezia vazquezii), que no sólo es una especie nueva, sin también un género nuevo para la ciencia, y la campánula de María Ceballos (Campanula mariae- ceballosiae). También en el desfiladero de La Malva, habita un caracolillo de agua dulce (Alzoniella somiedoensis) endémico, descrito por primera vez para la ciencia en 2009 (Rolán, Arconada & Boeters, 2009). Hasta el momento esta especie se conoce únicamente en este desfiladero. Esta especie sí lleva el apellido somiedoensis, pero parece que o es demasiado pequeño o ya están hartos de tanta especie nueva que les fastidie los planes.
Y es que está claro, la biodiversidad es un valor, pero solo mientras me sea posible sacarle un beneficio económico inmediato
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