A veces a nuestro alrededor ocurren pequeñas cosas que pasan desapercibidas, que no tenemos tiempo a ver con detenimiento, que no están a nuestra escala ni de tiempo ni de tamaño.
Este cálido otoño, en los días lluviosos, he observado (y recogido de la acera, o de la cuneta, o de la carretera) al menos a seis tritones jaspeados (Triturus marmoratus) en las zonas casi urbanas de los alrededores de Avilés.
Grandes y pequeños, en las primeras horas de la noche, siempre con lluvia, caminaban como aturdidos apenas esquivando ruedas y zapatos.
¿Qué hacen los tritones arriesgándose a ser aplastados? ¿A dónde van?
No tengo respuestas convincentes, pero ... arriesgaré.
Todos los tritones que vi eran pequeños, desde apenas cuatro centímetros, hasta unos 9 cm. (Son tritones grandes, los adultos superan tranquilamente los 12 cm)
Solo tengo una teoría: huyen. Huyen de los adultos. Huyen de sus propios progenitores. Huyen porque los tritones pequeños son presas apetitosas para los adultos. Y salen de las charcas y zonas húmedas en las noches de otoño, cuando ya son relativamente grandes para explorar y buscar nuevas charcas y nuevas aguas donde sobrevivir, recorriendo distancias enormes para su tamaño, arriesgándose a ser atropellados o pisoteados, realizando una pequeña gran migración de dispersión que les de una oportunidad nueva y un lugar alejado de los adultos para pasar el invierno.
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