Cada año en noviembre recuerdo al Prestige. Es una de esas fechas que puedo recordar con facilidad. No recuerdo el día concreto, recuerdo el lugar, las circunstancias y la zozobra.
Algo así como los americanos con el 11- S, o la misma pregunta con el 11-M.
Algo así como los americanos con el 11- S, o la misma pregunta con el 11-M.
Curiosamente estaba en Galicia, en Lugo, con un temporal de lluvia y viento de mil demonios. La primera noticia la vi en un pequeño bar del barrio de la Milagrosa, tomando un ribeiro. Tengo la imagen del barco en la tele grabada a fuego, y la extraña sensación de que todo el mundo siguiese hablando, de acercarme a la tele para oír lo que decían.... y que todo el mundo seguía hablando.
No enmudecieron, no vieron lo que se venía encima, no hubo ninguna sensación de desastre inminente.
A mí me parecía aterrador.
Y las consecuencias lo fueron mucho más, pero de eso ya se ha contado mucho y bien, mucho mejor de lo que yo podría hacerlo.
Hay otras cosas en las que querría centrarme.
No voy a discutir la inutilidad de nuestros gobernantes, para eso ya está facebuk y tuiter. O mejor aún, las hemerotecas.
Pero me gustaría parar a pensar sobre nuestra capacidad para aprender de los errores.
Ya vimos lo que ocurría si se manda un petrolero en precario "al quinto pino". La cuestión es: ¿Qué haríamos hoy?
Ya vimos lo que ocurría si se manda un petrolero en precario "al quinto pino". La cuestión es: ¿Qué haríamos hoy?
¿Estamos preparados para asumir que Coruña es un puerto refugio? ¿Qué Gijón es un puerto refugio? ¿Permitiríamos que un nuevo Prestige, herido de muerte, entrase en El Musel?
Es una pregunta interesante porque probablemente nadie querría asumir la responsabilidad de esa situación, y estoy por apostar a que nos manifestaríamos para que lo enviasen "al quinto pino". Y eso que sabemos que es un error y sabemos las consecuencias.
También me gustaría saber si se ha tenido en cuenta la experiencia para establecer controles sobre barcos en circunstancias abominables de mantenimiento y capacidad de navegación como estaba el Prestige. ¿Esperaremos a que esté escorado para hacer una inspección y comprobar si tiene doble casco? ¿Se hacen controles aleatorios y se obligan a cumplir las normas de la UE para los barcos que navegan a nuestro alrededor?
El Prestige fue una catástrofe que tenía todas las papeletas para convertirse en lo que fue: un esperpento en la gestión de crisis ambientales. Pero nos enseñó unas cuantas cosas (y alguna no era mala). Y de ellas aprendimos pocas.
Cuando el Prestige se hundió y empezó a aparecer galipote en Asturies, hacía ya años que no nos manchábamos los pies en la playa. Porque yo de pequeño tenía clarísimo lo que era el galipote: lo tenía que quitar de los pies todos y cada uno de los días que visitaba, Xagó, San Juan , Salinas, Verdicio, San Lorenzo....... todos.
Durante años dejó de haberlo y después del Prestige volvió casi a desaparecer. Este año me volvía a manchar los pies y no había Prestige que valga. Ni noticia.
Es curioso como nos preocupamos (con razón) de grandes acontecimientos momentáneos, y cómo nos pasa desapercibido el goteo constante de vertidos incontrolados que se realizan por toda nuestra costa (y ríos): desde depuradoras que no funcionan, otras que funcionan a bajo rendimiento y tiran al mar lo que tercie, a vertidos constantes de no se sabe qué al aire, a los ríos, a las rías.... (Villaviciosa sigue cerrada al marisqueo, Arcelor echa lo que le da la gana a la ría de avilés o al aire de Gijón, la ría de Aboño es el vertedero del mar, en Navia a veces no se sabe lo que flota.....)
Y por último la gestión de los movimientos sociales. En eso las asociaciones ecologistas o los grupos ecologistas somos unos ineptos.
Jamás hubo un movimiento solidario, en el sentido de solidario sin un interés personal inmediato, tan apabullante, sin que mediasen abundantes víctimas humanas. ¡Y fue por una cuestión medioambiental!
Pero la cuestión medioambiental fue rápidamente engullida por los intereses políticos y por discusiones en su mayor parte marginales. Y se diluyó.
En todos estos días de aniversario y sentencias, las cuestiones medioambientales han quedado reducidas a la anécdota.
¿Qué haremos cuando ocurra otra desgracia? (que ocurrirá, por desgracia)
¿Tendremos capacidad de liderazgo? ¿Seremos capaces de encontrar cuales son las cuestiones verdaderamente medulares? ¿Sabremos aprovechar la situación para conseguir reconducir la situación y poner las cuestiones medioambientales realmente sobre la mesa, como la cuestión fundamental de nuestro futuro?
El Prestige fue una catástrofe que tenía todas las papeletas para convertirse en lo que fue: un esperpento en la gestión de crisis ambientales. Pero nos enseñó unas cuantas cosas (y alguna no era mala). Y de ellas aprendimos pocas.
(El Diario Montañes) |
Cuando el Prestige se hundió y empezó a aparecer galipote en Asturies, hacía ya años que no nos manchábamos los pies en la playa. Porque yo de pequeño tenía clarísimo lo que era el galipote: lo tenía que quitar de los pies todos y cada uno de los días que visitaba, Xagó, San Juan , Salinas, Verdicio, San Lorenzo....... todos.
Durante años dejó de haberlo y después del Prestige volvió casi a desaparecer. Este año me volvía a manchar los pies y no había Prestige que valga. Ni noticia.
Es curioso como nos preocupamos (con razón) de grandes acontecimientos momentáneos, y cómo nos pasa desapercibido el goteo constante de vertidos incontrolados que se realizan por toda nuestra costa (y ríos): desde depuradoras que no funcionan, otras que funcionan a bajo rendimiento y tiran al mar lo que tercie, a vertidos constantes de no se sabe qué al aire, a los ríos, a las rías.... (Villaviciosa sigue cerrada al marisqueo, Arcelor echa lo que le da la gana a la ría de avilés o al aire de Gijón, la ría de Aboño es el vertedero del mar, en Navia a veces no se sabe lo que flota.....)
Y por último la gestión de los movimientos sociales. En eso las asociaciones ecologistas o los grupos ecologistas somos unos ineptos.
elpais.com |
Jamás hubo un movimiento solidario, en el sentido de solidario sin un interés personal inmediato, tan apabullante, sin que mediasen abundantes víctimas humanas. ¡Y fue por una cuestión medioambiental!
Pero la cuestión medioambiental fue rápidamente engullida por los intereses políticos y por discusiones en su mayor parte marginales. Y se diluyó.
En todos estos días de aniversario y sentencias, las cuestiones medioambientales han quedado reducidas a la anécdota.
¿Qué haremos cuando ocurra otra desgracia? (que ocurrirá, por desgracia)
estrelladigital.es |
¿Tendremos capacidad de liderazgo? ¿Seremos capaces de encontrar cuales son las cuestiones verdaderamente medulares? ¿Sabremos aprovechar la situación para conseguir reconducir la situación y poner las cuestiones medioambientales realmente sobre la mesa, como la cuestión fundamental de nuestro futuro?
Me quito el sombrero ante este análisis. Desde hace años he oído infinidad de opiniones acerca de la catástrofe del Prestige, la mayoría de ellas por parte de personas a las que nunca he visto preocupadas por el medio ambiente, y casi ninguna enfocándose en cuál sería la mejor forma de actuar ante un incidente de este tipo.
ResponderEliminarPara mí, lo más importante es el problema medioambiental, que por desgracia parece que siempre queda en segundo plano.
Saludos.
Gracias por el comentario Juanda. Creo que el aspecto más dramático (el medioambiental) y el único positivo (la concienciación de la gente frente a un problema precisamente ambiental) ha sido lo más ninguneado en todos estos años, y en realidad es lo que debería ser lo principal y aquello en lo que deberíamos apoyarnos para tratar de mejorar el futuro, nuestro y de los que nos seguirán.
ResponderEliminarGracias de nuevo
un saludo
Alberto
Hola Alberto, me encanta tu análisis y quiero decirte que en cuanto al las revisiones sucede lo siguiente: Aunque el barco (habitualmente de bandera de conveniencia) no reúna las condiciones mínimas de navegación, las autoridades portuarias, no suelen retener el barco. Porque no van a cobrar los días, meses o años que va a estar tirado en puerto sin que la compañía abone el atraque (incluso se deshace la compañía...y punto, para eso tienen bandera de conveniencia). A si que lo que hacen es darles el visto bueno de partida con la condición de que no vuelvan a tocar ese puerto, y de esa forma le pasan el muerto a otro. Solo priman los intereses económicos del momento, se reza... para que les pase a otros. Y los riesgos medio ambientales se los pasan por el forro de los c...Al final todo se difumina, se minimiza con el tiempo, la prensa...ah...esta bendita prensa....vendida al mejor postor, siempre encontrará otra noticia truculenta que contar.
ResponderEliminarHola Jorge. Pues en tu respuesta me das claves que no conocía sobre el funcionamiento de las inspecciones y tienen toda la lógica del mundo. Lógica economicista se entiende. Básicamente quedarse con los beneficios y pasarle los problemas a otros.
EliminarY la prensa...ah, la prensa......
Un saludo y gracias
Sugerente título y grandioso análisis Berto. Sólo al releerlo uno comprende que la tilde descarta la errata. Después, el desarrollo y las conclusiones en forma de interrrogante son demoledoras. Muy saludable remover las conciencias incluso de los que no somos tan sensibles a nuestro entorno. Inquietante también la aportación de Jorge Caldevilla acerca de las inspecciones.
ResponderEliminarLo cierto esque siempre que vuelvo al blog me pregunto por qué no lo hago con más frecuencia. Casi siempre aprendo, y hoy recuerdo.
Gracias Míguel, por los comentarios y por pasarte. Ya sabes que muchas veces no es denunciar por denunciar, ni inquietar, es que que realmente no nos paramos a pensar ni en los porqués ni en los cómo de las cosas.
ResponderEliminarGracias de nuevo y a ver si somos capaces de vernos para hablarlo en persona.