lunes, 24 de marzo de 2014

Lobotomizados

Cada vez que abro un periódico y el tema de una noticia es el lobo, es para ponerse de mal humor. No necesariamente por la noticia, si no por la indefectible coletilla que, venga al caso o no, remueva, agite, agríe un poco más los ánimos entre partes "enfrentadas".

Estos últimos días la noticia ha sido la investigación y denuncia del SEPRONA de la Guardia Civil, de varios cientos de ganaderos por cobro irregular (duplicado) de indemnizaciones por daños provocados por el lobo.

A renglón seguido los ganaderos salen a quejarse de que es una injusticia y de que nadie les avisó y de múltiples más cosas de las que sin el menor rubor acusan a los "ecologistas".

Y si miramos la hemeroteca es un sin parar, una continua queja y una continuo acusar y demonizar a los lobos y a los "ecologistas".

Entrecomillo ecologista porque no entiendo a qué se refieren. Por principio cualquiera que les lleve la contraria, y mucho más si es con datos y estudios contrastados es un "ecologista", supongo que con un sentido peyorativo. Pero ecologista no es una profesión, ni una posición social, no da prestigio, no es motivo de admiración social, no te reporta beneficio económico alguno, y no sirve para mejorar en tu trabajo.

En todos esos casos es al contrario: te quita vida social, económicamente te pagas los desaguisados, los viajes, los dolores de cabeza, no hay dietas si participas en un foro de cualquier índole, te roba tiempo de trabajo y familia, y si continúas conociendo varios años alguno de esos lugares por los que te preocupas, llegará un momento en que te reconocerán como "ecologista" y tal vez te etiqueten, te desautoricen o directamente te insulten.

No conozco ecologistas con alma de mártir, solo personas con más moral que el alcoyano, que se parten la cara por lo que consideran un bien más importante que su propia comodidad y que no tienen por principio animadversión por nadie en función de su trabajo.

En todo caso sí que exigen cosas lógicas, de sentido común, de ley.
Exigen que se cumplan las leyes con las que nos hemos dotado (y está claro que no somos legisladores) leyes que son para todos por igual aunque hay situaciones en las que leyes fundamentales se saltan a la torera en virtud de lugar espacio o persona, incluso profesión o afición.

Si yo prendo fuego a un monte seguro que me encuentran. En 2014 ha habido más de 900 incendios en Asturies y no parece que hayamos conseguido parar a mucho pirómano. Si yo mato un perro casi seguro que acabo en comisaría, pero si se aniquila una manada de lobos en un Parque Nacional, entonces es control poblacional.

Se gastan infinitos millones de euros en proteger especies amenazadas pero no se realiza ningún estudio, mucho más barato, que pueda demostrar que desbrozar un monte favorece más al urogallo que a las vacas, o demostrar que las carreras a pie o en bicicleta masivas por espacios protegidos sea uno de los fines de la protección en vez de la abandonada educación ambiental.

Y así suma y suma. Y mientras tanto el lobo sirve de excusa para que se mantengan explotaciones con sistemas medievales (lógicamente tradicionales por lo dilatado del sistema), de excusa para excepciones, de arma arrojadiza política, pero no como lo que es, una pieza irremplazable del engranaje ecológico de cualquier ecosistema medianamente sano.

Y las nutrias que recuperan sus espacios, en este caso urbanos, se hacen culpables por comer patos alicortados que hemos traído como trofeo de nuestra supremacía: preferimos el zoo a la naturaleza.

Yo no tengo nada contra los ganaderos: al contrario, me encantan los filetes y las chuletas, y la leche y las galletas de nata, y el queso, y mis recuerdos infantiles más lejanos y felices son de cuando aprendía a catar o de llindiar las vacas con el perro de mis tíos: "Lobo", un perro grande, feo, malencarado y cariñoso que me dejaba solo a las primeras de cambio para ir a perseguir corzos.

Pero reconozco que esos recuerdos no son la situación actual donde las vacas son un negocio y las subvenciones una necesidad, y donde se confunde la picaresca con los derechos, estropeando unos el trabajo honrado de otros.

No hay solución para los temas de conservación de la naturaleza que no pase por ampliar el conocimiento, apostar por la educación ambiental, ajustar las decisiones a la ciencia y mejorar en lo posible las condiciones de los ganaderos compensando el mantenimiento de las funciones ecológicas que realice. 

Pero no más. 
No premiar la quema de montes incumpliendo la normativa que impide la entrada de ganado en las tierras quemadas. No premiar por igual quien vive del trabajo ganadero de quien tiene a su nombre vacas muertas de hambre para cobrar subvenciones. No premiar la apertura de pistas innecesarias, ni la acumulación de purines, ni la exhibición de los furtivos, ni tantas y tantas acciones que no contribuyen a la mejora de vida de nadie ni a la conservación del patrimonio común.

Pero en todos estos temas, como en el del lobo, las posturas están enconadas y no se negocia, no se escuchan propuestas, se comportan como zombies que no tienen un objetivo razonado, solo estereotipos sin criterio. 

Lobotomizados.
  gamoneu Manifa2.JPG





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