miércoles, 24 de junio de 2015

Gorrión alpino

El gorrión alpino (Montifringilla nivalis) es una de esas especies de las que siempre he visto fotos con envidia. He visto alpinos en Somiedo, en la vaguada que hay entre los Albos, he visto alpinos en Ubiñas  en los canchales de la Ubiña pequeña, y había visto alpinos cerca del chalet real bajo Peña Olvidada. Pero o no llevaba la cámara en mano, o tenía puesto un objetivo corto, o simplemente estaban demasiado lejos para conseguir nada.

Pero este fin de semana pasado, en La Vueltona en el camino a Horcados Rojos, los neveros eran todavía el paisaje dominante a pesar del calor del día, y los alpinos que están en pleno frenesí reproductor, o mejor dicho, alimentando a lo pollos con frenesí,  tenían demasiado trabajo cazando los insectos que caían del cielo en los neveros, como para dedicarme mucha atención.  

El gorrión alpino es bastante grande, muy llamativo en su coloración de plumaje, especialmente por lo contrastado del blanco de su parte inferior con el resto de plumas, y un consumado especialista de la altitud, que estos días hace coincidir la ceba de los pollos, con una extraordinaria abundancia de insectos que caen, y son fácilmente visibles, en las últimas extensiones de nieve.

Solo hay que ver las fotografías de los picos llenos de insectos que les hacen parecer "bigotudos".


Con el pico lleno


Cazando. Había amplias zonas de los severos con una capa rosa que se aprecia ligeramente en la fotografía. Tal vez algas?
Cazando y posando


viernes, 19 de junio de 2015

"No plantas" Orobanche heredae

Ya sé que título de la entrada es un poco enrevesado, pero estos últimos días estuve mirando algunas especies de plantas que precisamente no se encuadran en lo que habitualmente conocemos como "plantas".

Si voy a buscar una definición "estándar", la más habitual incluye que son organismos autótrofos, y que para obtener materia y energía recurren a la fotosíntesis.
Evidentemente para realizar la fotosíntesis el pigmento habitual es la clorofila. Verde. Y así tenemos plantas verdes.

Ahora bien, estas plantas no son verdes. Amarillas, marrones, anaranjadas o granates, pero no verdes.

Así que aunque puede ser que tuviesen otros pigmentos, lo más lógico es que no sean autótrofas. Y no lo son. Son parásitas.

Los ejemplares fotografiados pertenecen al género Orobanche. 

La de color amarillo es Orobanche heredae, parásita prácticamente en exclusiva de la hiedra (Hedera helix) aunque también aparecen sobre otras especies de los bosques cantábricos como algunas especies del género Rosa y parece que también podría sobre Rubus. También es la que tiene una floración más larga en el tiempo, pues llega hasta noviembre.

Grupo de Orobanche heredae

Detalle de Orobanche heredae

Lo curioso es que por más que busqué, las otras dos fotografías parecen pertenecer también a Orobanche heredae. 

Dos variedades aparentemente muy diferentes en aspecto y coloración, aunque no en hábitat. Dos variedades pero como en muchas especies con clorofila, una misma especie.

Orobanche heredae. Una variedad más rojiza o púrpura

Orobanche heredae. Detalle.



lunes, 1 de junio de 2015

Las fábulas de Osomedio: "La cabra y el esbardu"

Vaya por delante que lo que voy a contar es pura ficción, que los personajes son inventados y que todo parecido con la realidad es pura coincidencia.

Imaginemos, por ejemplo, un concejo de tamaño medio de la Cordillera Cantábrica, uno cuya naturaleza esté bien preservada, cuyos paisajes sean espectaculares, cuyas especies animales y vegetales son variadas y representativas de un ecosistema en recuperación.

Como es así de espectacular hay además osos. Voy a llamarlo... Osomedio.

Osomedio es en muchos aspectos un ejemplo de conservación, sus habitantes tienen asumido que viven en un lugar único y se sienten orgullosos de ello, son favorables a la mayor parte de las medidas a las que obliga un territorio bien conservado y gestionado, pero reciben tantos parabienes y aplausos que están olvidando parte de lo que les ha hecho especiales: conseguir la integración entre los intereses humanos y la naturaleza.

Porque tiene un precio. Y no todos están dispuestos a asumir el precio, o a seguir pagando, porque es realmente caro: implica contención, control, limitaciones, consenso, estudio, prioridad de la conservación frente otros intereses....y no dejar nunca a nadie contento.

Pero el beneficio es mucho mayor: sostenibilidad a largo plazo.

En Osomedio lo han hecho mejor que en muchos otros sitios de la Cordillera pero la memoria humana es muy frágil y olvidamos pronto cuanto ha costado esa leve recuperación en la que viven.

En Osomedio hay osos, una población que se ha mantenido incluso en los peores años en los que la especie era poco más que fantasmas condenados a extinguirse. 
Pero se recuperaron. ¿Gracias a los osomedianos? Bueno, también. Aunque sobre todo a que dejaron de cazarlos, legal e ilegalmente. En buena parte siguiendo el concepto de "presión de grupo": cuando cazar un oso dejó de ser "güay", el resto de la sociedad te señalaba con el dedo y en realidad tampoco lo necesitabas cazar para comer..... pues dejó de ser atractivo.

A día de hoy el oso es un símbolo, una fuente de riqueza, un imán para turistas, crea algunos puestos de trabajo... y empieza a tocar un poco los... motivos para conservarlos.

Ya hay quien habla de demasiadas restricciones, de que hay oso por todas partes, de que ya se han recuperado, de que son un estorbo para un "verdadero" desarrollo. Vuelven las zarandajas de los "jardineros del paisaje" y de que a quien hay que proteger es el paisano.

En realidad las quejas nunca se fueron, pero mientras era más rentable que osos y lobos fuesen escasos y las subvenciones caían como lluvia constante.... todos a callar. Ahora ya hay ¿muchos?, y ya va siendo hora de rentabilizarlos. Ya están amortizados.

Así que en Osomedio se están empezando a relajar algunas situaciones.

Y el que es frágil, de momento, es el oso.

Imaginemos, por ejemplo, que el gobiernín concede subvenciones a la cría de cabras. Pues muy bien, me alegro por los ganaderos que quieran diversificar y poner cabras en su ganadería.

Y se ponen cabras. ¿Cuantas? ¿Cincuenta? ¿Cien?
Pues no, rebaños de hasta setecientas cabras. Y eso son muchas cabras. Pero muchas, muchas, muchas, muchas cabras. Como la subvención es por número de cabezas, así cuantas más cabras tienes, más cobras de las cabras. Evidente.

Bueno. Y las subes y bajas a diario, y las pastoreas y evitas que se metan por cualquier sitio ¿no?.

No exactamente. Para cuidarlas están los mastines (unos cuantos) y las cabras tiran al monte. Se meten por donde quieren y cuando quieren. 

¿Y no hay conflictos? 

Pues no. La cabra es ganadería, es una actividad tradicional, siempre ha habido cabras... etc, etc. etc.

Ya.

O sea que no hay ninguna relación entre el aumento exponencial de los rebaños masivos de cabras y sus mastines y el hecho de que avancen por territorio de osas con crías y que a medida que van moviéndose por cualquiera de los territorios de Osomedio, obligan a desplazarse a osas y esbardos, perdiendo la seguridad del territorio que han escogido.

No hay ninguna relación entre el exilio obligado de las osas y el aumento de accidentes de esbardos, incluso un posible aumento de infanticidios (si una osa tiene que salir de un territorio seguro, es evidente que asumen mayores riesgos para los esbardos, que se arriesga a entrar en territorios que no son suyos, y a encontrarse con machos errantes o cualquier otro peligro). Tampoco creo que los mastines sean inocuos.

Esbardu muerto encontrado este año. No había lesiones aparentes. (Foto publicada por la Nueva España)
Pero puesto que esto es pura fabulación y a mi me gustan los cuentos con final feliz, en Osomedio no ocurre esto año tras año desde hace ya varios, y no se hace caso omiso a las  recomendaciones de los expertos. 

Los rebaños de cabras respetan los territorios de cría del oso y todo es armonía y felicidad.

Porque en Osomedio se tiene en cuenta las necesidades de las áreas críticas de cría de los osos, se es ágil en identificarlas, modificar sus límites y se es aún más ágil en impedir que coincidan las áreas de campeo de cabras y mastines con las de osas con crías, tanto en el espacio como en el tiempo.

Ya.

Pero...  esto es solo una fábula y nada de lo aquí contado tiene que ser real. Así otro día contaremos la fábula de los respetuosos turistas que jamás, jamás, jamás se meten por donde no deben a hacer la foto "perfecta" del oso en Osomedio.


   
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