martes, 25 de agosto de 2015

Maldito Theodore Roosevelt

La culpa de todo la tiene Theodore "Teddy" Roosevelt, 26 presidente de los EEUU. Si hubiese matado a aquel oso puesto en bandeja, si hubiese seguido su instinto de cazador (muy cazador por mucho que además se le recuerde como un gran conservacionista y tenga hasta un Parque Nacional con su nombre) y dejarse de contemplaciones, no habría ositos de peluche (teddy bears) y por lo tanto no habría legiones de traumatizados que piensan que un oso es una mascota en potencia,  un amigo al que abrazarse para no tener miedo por las noches ni mearse en la cama, listo para ser acariciado, que se tumbará amigablemente a que le rasquen la barriga mientras ronronea con un tarro de miel que te ha cogido de la cestita.


Caricatura que hizo célebre a Roosevelt al no disparar a un oso "preparado" en una cacería por considerarlo poco deportivo.


La culpa de todo puede tenerla Roosevelt, o puede que sea que después de décadas de hablar de protección y conservación de los ecosistemas y de las especies, de favorecer espacios naturales y de convertir la protección del medio ambiente en un tópico educativo, empresarial, político y social, al final no hayamos entendido nada y lo único que verdaderamente cuenta son los votos y la pasta gansa.

Cuando hace años, en una reunión sobre conservación y medios de comunicación desarrollada en Somiedo (en un episodio que creo que ya he contado), el periodista ambiental Benigno Varillas, preguntó a la Consejera y al Director de Recursos Naturales, que cuando se le permitiría criar osos, la concurrencia se echó las manos a la cabeza y cayeron críticas como pedrisco.

Yo entendí que era un provocación, pero tal vez fue un caso de clarividencia y Varillas veía hacia dónde se dirigía el proceso de conservación (si se le puede llamar así) de las especies protegidas en Asturies (y resto).

Hacia un modelo productivista: solo merece la pena la conservación de lo económicamente rentable, y en cuanto sea posible hay que hacerlo producir beneficios contantes y sonantes.

Y en eso estamos.

Primero se promocionó la visita al "País de los osos" por parte de empresas ambientales, pero eso quedaba corto. Luego se publicitó la observación de osos desde lugares generalmente lejanos a menudo acompañados de guías, en una situación un tanto "secreta", pero internet es lo que tiene y ahora mismo desde varias carreteras y con un buen telescopio (o sin él) cualquiera sabe cuando ir a ver. 

Ya puestos se hizo un aparcamiento y ahora ya la carrera es desbocada: Cangas construye dos miradores para ver osos (ya sin cortarse), Somiedo planea ampliar aparcamientos para el supermercado oso y Degaña (que abrió la lata) busca nuevas ubicaciones (yo propongo el castillete de la mina y así combinar una visita rápida a todos los atractivos que un turista puede soportar en una mañana)

Obras de creación de aparcamiento y mirador para poder ver osos.

Y así los guías que te llevan a ver osos no creo que tengan mucho trabajo porque en cualquier periódico o televisión, y no digamos en internet, puedes encontrar la situación exacta de media docena de osos como quien mira la previsión de las mareas.

La cuestión es que a nadie le importa el oso, ni la conservación, ni las consecuencias que esta carrera hacia ninguna parte conlleva.

Está claro que ya tenemos osos habituados a las personas en algunos puntos, al olor de su comida, al ruido de sus voces y a la falsa seguridad de unas distancias de observación que en algunos lugares son ya escandalosamente cortas.

Por desgracia ya sabemos qué les ocurre a los osos cuando recurren a la situación contraria y van a visitar humanos: primero los vecinos les dan manzanas y luego acaban encerrados de por vida en Proaza, tal y como le ocurrió a Molinera. 

Pero pronto esta carrera de avistamientos requerirá resultados y como ya advertí hace años, pronto, muy pronto, si ofertas ver osos, necesitarás asegurar el avistamiento: se cebarán osos, si es que no se está haciendo ya, porque hay fotos y vídeos que huelen a chamusquina desde lejos.

Y eso no deja de ser el fin para los osos: el día que deje de ser un "teddy" y de pronto demuestre que al fin y al cabo es el mayor carnívoro de la Cordillera, un depredador ágil, acostumbrado ahora a la presencia humana, sin miedo.  Pasará de ser especie estrictamente protegida a especie peligrosa, perseguida y.... ¿cazada? Estamos perdiendo el norte.

Y mientras tanto sigue sin haber protocolos de actuación, sigue sin explicarse a los turistas, vecinos, montañeros... que el oso no es un peluche, y sobre todo sigue sin haber un plan. No hay un plan de gestión la para la situación actual, el actual es un plan obsoleto y en algunos casos rayando el absurdo, dada la situación. 
Ni lo hay para un previsible aumento del número de individuos, con más de trescientos osos en la Cordillera. Ni para las evidentes consecuencias de gestión y convivencia entre osos y humanos.

¿Alguien tiene un plan?

Maldito Teddy Roosevelt ¿por qué no mataste a aquel pobre oso?

(Relacionado con el mismo tema pero escrito años atrás ver: 
  http://naturalezaenasturias.blogspot.com.es/2010/09/sobre-ciervos-y-osos.html)
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