martes, 28 de septiembre de 2010

Frutos silvestres

Tras un día de berrea casi sin éxito (digo casi porque siempre hay éxito en disfrutar de un amanecer helado con el sonido de los venados a tu alrededor), y puesto que los ciervos se dejaban oir insistentemente pero no podíamos verlos, me dediqué a observar a mi alrededor, no sólo el paisaje (sobrecogedor) si no también la variedad de frutos nuevos que ofrece la vegetación justo antes de la llegada del invierno: sólo en el pequeño entorno del camino seguido por Somiedo pudimos observar escaramujos (frutos de los distintos tipos de Rosa), arándanos (Vaccinium myrtillum), endrinos (Prunus spinosa), moras (Rubus sp.), hayucos (Fagus sylvatica), bellotas de encina, roble albar y roble melojo (Quercus rotundifolia, Q. petrae y Q. pyrenaica), avellanas (Corylus avellana), frutos del serbal (Sorbus aucuparia), mostajo (S. aria), de hiedra (Hedera helix), de saúco (Sambucus nigra) y seguramente muchos más que me dejo por el camino.
Frutos de endrino, en muchos lugares usados para hacer pacharán

Muchos de esos frutos ya estaban en el suelo roídos, o más o menos comidos, unos pocos aún estaban verdes, pero la mayoría son la base de la alimentación de muchas especies que dependen de los azúcares y aceites que contienen para prepararse al cambio de estación, y su reserva de grasa es su salvoconducto. Así que no es extraña la actividad frenética de carboneros, herrerillos, acentores, cuervos, glayos, collalbas y otros tantos habitantes que no pudimos observar.

Moras, frutos de los zarzales (Rubus sp.)

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