sábado, 15 de diciembre de 2012

Hola, hola, pajarito sin cola

Esta semana paseando por un bosquete misto típico de las zonas bajas de Asturies, con abedules, carbayos, castaños, humeros, pláganos, sauces, etc., disfruté por unos momentos de una de esas bandadas mixtas de pequeños paseriformes, de "veraninos", que durante el inviernos buscan juntos el sustento y la seguridad de un grupo. Había carboneros comunes, carboneros palustres, creo que algún garrapinos, un par de herrerillos capuchinos y algunos mitos.

Uno de los carboneros en un pláganu (arce)
Estos últimos con sus típicas cabriolas que les ponen cabeza abajo en un momento, balanceándose en los extremos de las ramas, picoteando incesantemente, entre las yemas, en cada grieta, bajo cada hoja.
El susodicho sin enseñar la colita
 En un momento dado reparé en la menor actividad de uno de ellos que además era el que parecía ponerse a tiro de cámara. No es que se estuviese quieto, ni mucho menos, pero todo el rato permanecía boca arriba y el contraste con sus otros "hermanos" era evidente. Al acercarse (no lo bastante ni para media foto decente), pude observar lo que le pasaba: le faltaban las largas plumas que caracterizan la cola de esta especie y que probablemente le sirven de balancín para las piruetas en las ramas. Tanto los caracteriza que está hasta en su nombre científico Aegithalos caudatus.

No sería extraño que las hubiese perdido a manos (a garras) de algún gavilán o semejante. 
Su pérdida limita sus habilidades y tal vez le ponga en apuros a la hora de sobrevivir al largo invierno, pero de momento la inversión, la pérdida de las caudales, ha significado la vida, así que bien invertido está.

Aquí se ve de espaldas como le faltan las plumas caudales

El mismo mito ahora de lado. Una bola de plumas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...