miércoles, 4 de enero de 2012

Intervención y especies en peligro

Está claro que en territorios como Asturies, la no intervención en un hábitat determinado es a un tipo de intervención. No hay realmente ningún espacio del territorio por muy pequeño que sea, que no haya tenido algún tipo de intervención y aprovechamiento humanos.

La diferencia está en que el tipo de intervención puede ser muy agresiva, como talas o incendios, o mucho más leves como recogida de leñas o frutos, o pastoreo temporal, que pueden volverse agresivas por recurrencia.

Poco a poco los dos tipos de intervención han acabado con los ecosistemas originales y sólo pequeños retales cubren algunas zonas más altas. Ahí donde la diversidad es mayor por una simple cuestión de mínima intervención, se mantienen los reductos para especies en peligro como oso y urogallo.
Ahora, la intervención es para salvar estas especies, pero no tengo nada claro que el tipo de intervención sea el adecuado.
Dibujo en la ladera de un monte con urogallo por desbroce con máquinas que evidentemente los han espantado durante su uso.

Si los expertos en conservación del urogallo no ven utilidad en estas intervenciones ¿quién lo hace?

En los alrededores de Xenestoso, se producen los dos tipos de intervención a gran escala. Uno es claramente agresivo. El otro... también. Uno es el fuego que año tras año acaba lenta pero insistentemente con la esperanza de recuperación de la naturaleza en Asturies.

Ladera boscosa y quemada, justo enfrente de donde se realizó el proceso de desbroce. Este incendio afectó a áreas oseras y pasó a Somiedo

El otro es una intervención sobre los matorrales alrededor del bosque, en principio para la recuperación del urogallo, pero con una consistencia científica dudosa tal y como se recoge en un artículo de la revista Quercus del mes de diciembre, y tal y como se puede comprobar por la actuación en sí.

Tal vez la realización de dibujos en el monte, desbrozando áreas más o menos extensas, represente una ventaja (dudosa) para el urogallo, lo que está claro es que en ese caso debería ser una actuación controlada científicamente y a largo, largo plazo. Y estas dos premisas no se cumplen, y menos en situación de crisis.

Así que estoy seguro que si todo ese dinero se utilizase en la prevención efectiva de incendios en la zona y dejásemos que la naturaleza hiciese el resto, eliminando las intervenciones agresivas, tendríamos una defensa mucho más efectiva de la supervivencia del urogallo, del oso, de los líquenes, los robles o las miles de especies de coleópteros de las que desconocemos su existencia pero dependen del bosque.

A mí me recuerdan a los dibujos "extraterrestres" en los campos de cultivo. Quizá tengan la misma utilidad.


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